LA ASTENIA OTOÑAL
La astenia otoñal está relacionada con el esfuerzo que tiene que hacer nuestro organismo para adaptarse al cambio estacional: luz solar, temperatura ambiental, rutinas y cambios horarios.
Si a todo esto añadimos: proyectos personales y laborales en desarrollo, cambios afectivos (ruptura de pareja, pérdida de algún familiar o amigo), cambio de casa o lugar de residencia, por ejemplo, la astenia otoñal puede prolongarse en el tiempo y acarrearnos una crisis depresiva.
La depresión, en la mayoría de las ocasiones, aparece sin avisar. Creemos que solo estamos cansados por nuestra actividad laboral y rutinaria, confiando en que “ya pasará”.
Puede ocurrir que se instale porque no hemos tenido las herramientas suficientes para percatarnos de que no se trata de un cansancio estacional, sino que se trata de asuntos que tenemos abiertos, sin atender, sin gestionar desde hace tiempo; los vamos arrastrando sin darnos cuenta y sumándolos a otros que forman parte de nuestra subsistencia y que no podemos eludir.
Podemos tratar la
astenia otoñal haciendo ejercicio físico (a mí el “aqua gym” me viene
fenomenal),
realizando a diario una actividad física moderada que aumenta la segregación de endorfinas, (neurotransmisores que nos proporcionan la sensación de bienestar y mejoran el estado de ánimo), aumentando nuestra exposición a la luz solar, compartiendo experiencias con amigos y todo aquello que sintamos que nos nutre a nivel afectivo y espiritual.
Los “asuntos inconclusos” los podemos atender con unas sesiones de terapia o de coaching que nos ayuden a ir cerrándolos y a posicionarnos en nuestro “aquí-ahora” con más presencia, resposabilizándonos de lo que hacemos y del “para qué” lo hacemos.
Todo esto sin
olvidar AMARNOS INCONDICIONALMENTE.
Rosa Inés Morales
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