LO QUE HAY DETRÁS DE LA RABIA
Marshall B. Rosemberg,
en su libro “El sorprendente propósito de la rabia”, aborda este sentimiento
desgranando su proceso y nos da claves para transformar nuestra rabia en una
magnífica oportunidad para conocernos y seguir creciendo.
Las circunstancias
de nuestra vida nos llevan a actuar, en muchas ocasiones, movidos por la prisa,
las decisiones apresuradas y una total desconexión de nuestra esencia y de nuestro
corazón.
Podemos controlar
nuestra rabia si la aceptamos y miramos en nuestro interior qué mensaje,
absolutamente personal y único, nos trae.
Lo primero que
debemos aceptar, o entender, es que el estímulo que precede a nuestra rabia no
es su causa; o sea “la auténtica causa de nuestra rabia es algo en nuestro
interior que reacciona a lo que la gente hace” (libro citado, pág. 9).
Necesitamos
separar el estímulo de la causa y para ello nos puede servir decirnos: “Estoy
enfadada porque me digo a mí misma que………” . La respuesta que encontremos tiene
que ver con nuestra historia de vida, con nuestras experiencias, con nuestras
carencias y con los patrones que hemos aprendido, de una manera inconsciente,
para movernos y relacionarnos con las demás personas.
Si no comprendemos
que el estímulo no es la causa de nuestra rabia, culparemos a la persona que,
supuestamente, ha desencadenado nuestra rabia y la haremos responsable de ella.
Si actuamos de esta manera no aprovecharemos la oportunidad que se nos brinda
para conocernos y crecer. Seguiremos enredadas en juicios hacia la persona que
ha hecho algo que nos ha molestado y encontraremos argumentos que nos impedirán
conectar con nuestro interior.
Sentimos rabia
porque nos decimos pensamientos sobre las acciones de la otra persona que se
basan en nuestra idea de que ha hecho algo mal (juicios). De esta manera, los
juicios nos ayudarán a sacudirnos nuestra responsabilidad y reforzarán nuestra rabia
y nuestra manera de actuar.
Detrás de cada
juicio hay una necesidad nuestra no satisfecha. Nos ayudaría mucho poder
encontrar esa necesidad, aceptarla y encontrar la manera de satisfacerla.
Rosainés Morales
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