Mi nombre es Nora, soy docente
de enseñanzas artísticas y conozco a Rosa Inés y a Alfredo, su marido, desde
hace muchos años. Siempre ha habido mucho cariño y complicidad con los dos.
Sin entrar en temas
personales, le consulté sobre algunas situaciones en mi centro de trabajo y
ella, que también fue profesora, se convirtió en mi “coach docente”.
Yo no conocía la faceta de
terapeuta y coach de Rosa Inés, ni tampoco sabía cómo me sentiría yo con ella
en este nuevo rol.
¿La distancia profesional
saltaría por los aires en la sesión?
¿Podría abrirme yo a contar
cosas íntimas, que tal vez ella no conocía de mí?
Todas las dudas desaparecieron
en cuanto tuvimos la primera sesión. ¡Y fueron muy pocas! porque Rosa Inés da en el clavo desde el
principio. No te deja pasar una jajaja. Lo hace con prudencia y cariño, pero
con firmeza. Allí se va a trabajar. Y si pones todas tus cartas sobre la mesa
la partida puede ser reveladora.
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