RESPONSABILIZARSE
Relata un cuento
zen que en un monasterio había un discípulo que desafiaba siempre a su maestro.
Cierta vez, ocultando a sus espaldas a un pájaro que sostenía en las manos, el
discípulo se paró desafiante ante el maestro y le preguntó:
- Maestro, aquí detrás de mí tengo un pájaro. Dígame usted que lo sabe todo: ¿está vivo o está muerto?
(De tal modo, si decía que estaba vivo, lo ahorcaba y si decía que estaba muerto, abriría sus manos y lo dejaría volar).
El maestro lo miró
a los ojos con respeto y compasión, respiró profundamente y con mucho amor le
respondió:
”Eso depende de ti. ¡La solución…… está en tus manos!”.
Intentamos descargar nuestra responsabilidad sobre los hombros de alguien, pero las consecuencias de nuestras acciones y de nuestra actitud nos esperan, nos alcanzarán tarde o temprano.
No es lo mismo “aparcar”,
temporalmente, una decisión porque no disponemos de la información o de la
energía necesaria, que esconderla, disfrazarla, adjudicársela a alguien para
que asuma lo que nos corresponde.
Las tomas de consciencia de lo que somos y de lo que hacemos, en todos los ámbitos de nuestra vida, solo aparecen cuando estamos preparadas/os para reconocer lo que hay y hacernos cargo de ello.
En todas nuestras
acciones hay una parte importante de nosotras/os de la que no somos conscientes
y que los demás ven.
Abrirse a vernos, a observarnos es un ejercicio de responsabilidad y humildad que nos encamina hacia la paz y la tranquilidad con nosotras/os mismas/os.
Detrás de cada “metedura de pata”, consciente o inconsciente, está nuestra responsabilidad, lo que hemos puesto para que suceda.
Jugar como niños/as
a “tener razón”, como el monje del cuento, nos empequeñece y nos hace perder
luz interior.
Rosainés Morales
No hay comentarios:
Publicar un comentario